LEICA M3

Si hiciéramos una lista con las cámaras más legendarias, aquellas que por su calidad tanto mecánica, como óptica, han marcado la pauta a seguir, la Leica M3 estaría, cómo no, en los primeros puestos. Por si alguno no lo sabía, la M3 ha sido el cincel con el cual Cartier-Bresson, Doisneau, Salgado, y otros grandes de la fotografía han creado sus mejores obras. Para los que no conocen la M3 o para los que, simplemente, no se habían fijado en esta maravillosa "cucada", para ellos va este artículo.

Un poco de historia.

Allá por el año 1945 existían el mercado las Leicas C, y los modelos I y II, ésta última con telémetro ya incorporado en el cuerpo. La Leica C fue la primera en incorporar montura a rosca para intercambiar el objetivo, montura que se mantuvo en fabricación hasta la Leica III G, de 1957, con la cual se finalizo la continuidad de esta montura. Doce años antes, en 1945, como decía más arriba, apareció en el mercado un nuevo concepto: la montura a bayoneta. Y fue la Leica M3 la primera en incorporar dicha mejora. Desde entonces, todos los fabricantes han ido paulatinamente jubilando la montura de rosca para acogerse a las monturas de bayoneta, debido a las notables mejoras de ésta.

El cuerpo.

Si hay algo que destacar antes de nada es su inmortal belleza, y su indescriptible elegancia, que curiosamente se ha mantenido prácticamente igual durante nada mas y nada menos que 53 años. Y seguro que todavía le quedan unos cuantos más...

El aluminio y el cuero visten el exterior de esta cámara. Es curioso que ahora se ha puesto de moda sacar al mercado nuevas cámaras con un "look" muy al estilo de la M3. ¿Será que la M3 siempre ha estado de moda?. Otro tema que no deja de ser sorprendente es como después de medio siglo puede una cámara seguir funcionando como si nada. Eso sí, una revisión mecánica y algún ajuste acaso necesite, pero no deja de ser medio siglo, que se dice rápido.

El cuerpo totalmente metálico realizado en aluminio parcialmente recubierto de cuero asegura la durabilidad y resistencia al paso de los años, gracias a una robustez muy considerable y un peso contenido. El diseño es de una limpieza de líneas encomiable y prueba de ello son los cientos de copias de la Leica.

A los mandos.

La carga de la película se efectúa quitando la tapa inferior de la cámara, y extrayendo el eje donde se engancha el extremo de la película. Una vez hecho esto, se introducen simultáneamente el carrete de la película y el eje, se cierra la tapa y ya esta lista para disparar. Es un proceso algo mas lento y menos práctico que lo usual hoy en día, pero no deja de tener su encanto aun así.

Con la M3 cargada ya solo queda encuadrar, medir, enfocar y disparar. El visor, de una calidad reconocida mundialmente, muestra las marcas de encuadre en función de la distancia focal del objetivo utilizado, incluyendo el 50mm, el 90mm, y el 135mm. Una ventaja adicional de este visor es que utilizando el 90mm o el 135mm podemos ver en todo momento el encuadre del 50mm, con lo que vemos perfectamente lo que se sale del encuadre o lo que está a punto de entrar. Otro punto importante es que incorpora corrección de paralelaje, para evitar encuadres erróneos a cortas distancias de enfoque.

La M3 fue la primera Leica en incorporar en el cuerpo el sistema de enfoque por telémetro, sistema que goza de una precisión de enfoque tal que se le ha calificado como el más perfecto del mundo en su categoría.

El obturador es de cortinilla de tela con recorrido horizontal y funciona con una suavidad y silencio raramente visto en otras cámaras. El sonido de éste al disparar es tan discreto que sólo se percibe estando casi en silencio. Además es de una precisión comprobada, y nada mejor que llevarla a un mecánico para saber la desviación real. Pues dicho y hecho: solo presentó una desviación asumible en la máxima velocidad (1/1000 seg) en menos de 1/3 de EV en sobreexposición. En el resto de velocidades se mantuvo dentro del rango de +/- 0,2 EV. ¡Y eso después de 50 años!.

Las velocidades intermedias son posibles entre 1/50 y 1/1000 con sólo colocar el disco de velocidades entre dos marcas. Una de las particularidades de la versión probada (la primera de ellas) es la escala de velocidades, ligeramente diferente a las actuales: 1s 1/2s 1/5s 1/10s 1/25s 1/50s 1/100s 1/250s 1/500s 1/1000s + B. La otra es la palanca de avance de la película, que necesita dos medios golpes en vez de uno entero para la operación completa.

En la parte superior encontramos la zapata para flash, pero sin contacto X, necesario para los flashes actuales. Algo más abajo tiene las conexiones para flash por cable, aunque dicha conexión es de un tipo que ya no se utiliza y es necesario colocarle un adaptador para poder utilizarlo con los cables actuales. En esta misma zapata se coloca el exposímetro de selenio, que es rudimentario para los tiempos que corren, pero con un poco de práctica uno se hace con él. Tiene un tornillo ajustable en la parte inferior para corregir la posible desviación de la medición. Aún así la precisión de la medición no es alta, pues no es del tipo TTL. Es recomendable pues, en ciertas situaciones un buen fotómetro de mano.

En el botón disparador está integrada la rosca para cable disparador y en este caso sí es compatible con todos los actuales. A la derecha del disparador hay un pequeña ventanita circular que muestra el cuentafotografías, que llega hasta 40 y es de retorno automático al cambiar de carrete. Por último encontramos en la parte superior la legendaria inscripción "Leica" grabada sobre el aluminio y el nº de serie.

El último dispositivo es el autodisparador o retardador de disparo, que tiene un retardo ajustable de hasta 10 segundos. Se echa en falta en este caso un botón o palanca que permita armar el obturador sin correr la película para utilizar la exposición doble o múltiple.

Y para completar la oferta...

Las mejores ópticas de este mundo. Para la prueba he utilizado el legendario Summicron 50mm f/2, un objetivo que mira de tú a tú a la amplísima mayoría de ópticas actuales; es más, pocos 50mm actuales para cámaras de 35mm están a su altura. Y es que como saben los más veteranos en esto de la fotografía "ya no se fabrican objetivos como hace años".

Lo mismo se puede decir prácticamente del resto de ópticas de Leica. En el momento de aparición de la M3 se podía disponer de objetivos de distancias focales comprendidas entre los 35 y 400mm. Encontramos aquí el Summaron 35mm f:3,5 , el Summarit 50mm f:1,5 , el conocido Elmar 90mm f:4 y el Telyt 200mm f:4,5, por citar los más conocidos.

Poco queda por decir de la Leica M3, pues se ha escrito mucho sobre ella a lo largo de los años y no es plan repetir hasta la saciedad sus bondades. Quien tiene una M3 tiene una joya y no se deshace de ella así como así. Y por algo será.

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