Calibración de la cámara para fotografía dental
Recientemente he recibido el encargo de calibrar finamente una cámara para una dentista, la doctora Rosa Mª Pulgar, de Granada. Seguramente, dicho así «sin más», pueda sonarte extraño. A los ojos de un fotógrafo parece no tener mucho sentido que un dentista necesite calibrar su cámara para su trabajo…
Pues sí que hay una buena razón para hacerlo: las prótesis dentales. Resulta que cada vez más dentistas se encuentran con la necesidad de crear prótesis que tengan exactamente el mismo color de los auténticos dientes del paciente. Para ello, el dentista tiene que tomar fotografías al paciente con la máxima fidelidad de color posible para enviárselas al protésico, que será quien se encargue de fabricar las nuevas piezas que se van a implantar posteriormente. Éste examinará la fotografía en su monitor y tratará de crear una reproducción artificial lo más parecida posible. Para ello, como es lógico, el dentista necesitará una buena gestión de color de precisión para conseguir que sus fotografías reflejen fielmente el color original, y el protésico necesitará tener una buena pantalla perfectamente calibrada para asegurarse que ve el color exacto en la fotografía que el dentista le envía.
No es un trabajo fácil, desde luego, pero es importante conseguir que una vez implantadas las nuevas piezas no se noten diferencias de color con los dientes naturales, por razones obvias.
Foto real de la dentadura de un paciente junto a una muestra con el color más cercano.
Y aquí intervienen muchos factores: la destreza del dentista para tomar esas fotos, los conocimientos y el equipo especializado para la fotografía macro (recordemos que los dientes son objetos muy pequeños), la fidelidad de la reproducción de color (aquí es donde interviene la calibración de la cámara), e incluso la calidad del sistema de visionado que usa el protésico para observar las fotos que recibe del dentista (aquí interviene la calidad de su pantalla y la calibración de la misma).
En definitiva, se trata de una estrecha colaboración entre dos profesionales que tienen que conseguir entre ambos reproducir fielmente un color muy para poder entregar un producto de calidad.
Lo que normalmente lleva a cabo un dentistas es (y lo hacen con su mejor intención, obviamente) comprarse una cámara réflex decente, una óptica macro de calidad y unos flashes macro. A partir de ahí, toman las fotos con su flamante equipo fotográfico lo mejor que pueden, creyendo ingenuamente que ésta reproducirá el color de la realidad tal como es. Pero -desgraciadamente- la realidad es dura y lo que ocurre en verdad es que están disparando en formato JPG (fuera del ámbito fotográfico, casi nadie sabe lo que es un formato RAW, no lo olvidemos) y el color que obtienen es en realidad el que su cámara quiere (mejor dicho, el que quisieron los ingenieros que la diseñaron).
Y, no, no es que la cosa vaya a ir tan mal que los rojos acaben saliendo verdes, pero lo cierto es que las cámaras no se fabrican pensando en reproducir la realidad tal como es, sino en ensalzar la realidad con una buena ración de contraste, otra de saturación y unos pellizcos de enfoque y varias cosas más. Porque, ¿quien quiere ver en sus fotos la realidad tal como es? ¡Para eso ya tenemos la realidad en sí misma! Lo que quiere la mayoría de la gente es ver la realidad, pero «mejor y más bonita«, no?…
De hecho, disparar en JPG es por sí mismo una garantía de que los colores variarán bastante, pero hacerlo en RAW tampoco es la solución, «sin más»… Al menos hasta calibrar la cámara.
Pues bien, en calibrar la cámara y procesar de la imagen consistía en este curioso encargo. Las dificultades han sido múltiples, puesto que había que fotografiar la carta de color con una óptica 100 macro cuya focal equivalente era de 160mm, excesivamente larga para estos menesteres (por tratarse de un cuerpo con sensor APS-C de Canon), e iluminarla con dos flashes específicos para macro colocados a ambos lados del objetivo. Al estar tan cerca provocaban gran cantidad de reflejos, con lo que he tenido que neutralizarlos utilizando la técnica de polarización doble.
Esta misma técnica de polarización doble es la que se usa para las tomas de las piezas dentales. Puedes apreciar el efecto en este curioso «muestrario dental» que se utiliza en estos casos para localizar el color más cercano al del diente natural. Aquí lo ves con iluminación estándar:
Y aquí lo puedes ver una vez fotografiado con esta técnica que elimina completamente los reflejos:
Las muestras dentales con polarización doble. El efecto conseguido es similar a fotografiar debajo del agua.
En este tipo de trabajos es importante hacer al final un análisis metódico y objetivo de los resultados, puesto que al ser el color algo tan difícil de cuantificar, al final… o es una cuestión de confianza (del dentista en la persona que calibra) o es algo demostrable y certificable.
Pues bien, después de llevar a cabo laboriosamente la calibración de una Canon 700D en este caso, la fidelidad conseguida ha sido altísima, quedándose casi en un (sorprendentemente bajo) valor de DeltaE 2:
En este gráfico puedes ver la fidelidad de color conseguida con esta calibración, donde las columnas corresponden a los parches de color de mi carta IT8-EGM. La altura de cada columna representa el error de color o desviación respecto al patrón en valores Delta E. Un valor de 1 es el límite de la visión humana, con lo que un promedio de 2,33 se queda muy cerca de ese límite.
Para que te hagas una idea, una cámara réflex disparando en JPG viene teniendo un error promedio de entre 15 y 20. Y una prueba de color certificada ISO (las que se usan en el mundo de la publicidad previas a la impresión final en imprenta para certificar el color que ha de salir impreso, con gran precisión) suelen realizarse con un error promedio de 3-4, que se considera excelente.
Al final, el resultado ha valido la pena, como se puede ver en esta comparativa en primer lugar puedes ver la foto directa del revelado de RAW estándar y en segundo lugar, con el revelado usando la calibración personalizada:
Aunque puede parecer extraño a ojos de un neófito, la calibración de la cámara es posible después de tomada la foto porque en realidad no se calibra la cámara en términos exactos (es una forma común de hablar), sino que se perfila durante el posterior revelado de los RAW.
En definitiva, es un proceso laborioso y complejo, debido a las múltiples dificultades, pero cuando se realiza correctamente permite a los dentistas ofrecer un servicio de mucha mayor calidad y, en definitiva, conseguir una mejor sonrisa en sus clientes… literalmente! ;-)
Enhorabuena, Hugo. Creo que has hecho un gran trabajo. Espero que podamos seguir colaborando en el futuro y poner a punto juntos una buena propuesta para la gestion del color en fotografía dental digital.
Saludos!!!! R.